A nadie le cae bien una persona que grita. Desde pequeños nuestros padres intentan enseñarnos,una y otra vez, a hablar con respeto, a no gritar a no levantar la voz y evitar gritar a cualquiera que entable una conversación con vosotros.
Pero, ¿que ocurre cuando los padres son los que toman esta costumbre tan fea y educan a los hijos a base de gritos? Hay situaciones en las que hasta para el padre más paciente es inevitable levantar la voz al pequeño ante una rabieta, un niño rebelde o cuando nuestro hijo se convierte en la reencarnación de Daniel el travieso. ¿Qué hacemos entonces si se va convirtiendo en algo habitual?.¿Es posible educar sin gritar? La respuesta es si, aunque no es fácil. «Se necesita mucho auto-control y paciencia .Los aprendizajes requieren tiempo y nuestro papel como padres es enseñarles la mayoría de cosas que les servirán en su vida adulta.Pero a veces nos lo ponen difícil.Educar sin gritar es simplemente decir lo mismo pero en otro tono.»
No existen estudios que confirmen o avalen las consecuencias que tiene para un niño crecer en un ambiente familiar en que los gritos son constantes,pero si se les advierte a los padres de que si la tendencia sigue, la adolescencia puede ser una época muy complicada ya que los pequeños ellos aprenden de nuestros ejemplos. Si yo grito cuando me enfado ellos entienden que es licito gritar cuando se enfadan.
Motivos para dejar de gritar:
- Si quieres enseñar a tu hijo respeto debes de tratarlo con respecto. si les gritas no los tratas con respeto, les enseñas a usar la agresividad para solucionar conflictos.
- Si le gritas, no te escucha. Se acostumbra al grito y deja de funcionar. Cuando esto pasa,¿que hacemos? ¿Gritar más alto?Ademas ,el grito cierra automáticamente sus oídos y no van a querer escuchar lo que queremos enseñarles.
- Con cada grito perdemos autoridad positiva
Uno de los problemas que se pueden encontrar los padres es que vinculan alzar la voz con conseguir que el niño les respete.Sin embargo, ser firme no significa decir las cosas gritando, significa poner limites y mantener las decisiones. No hace falta que se le grite. El debe aprender que cuando digo algo se cumple, y os diréis: si claro, ¿como lo hacemos? Pues demostrándolo en cada límite cada día, con paciencia y perseverancia. En educación no hay atajos todo requiere tiempo y esfuerzo
¿Y como podemos cambiar este hábito y empezar a educar sin gritar? es solo cuestión de autocontrol. Algunos trucos para conseguirlo son intentar comprometer a tus hijos para que te ayuden a dejar de gritar o hacer un pacto a dos: vamos a hablar sin gritar.
Sin embargo, aunque consigamos acabar con los gritos siempre habrá una excepción que haga que reaparezca.Para esos casos, solo pide perdón. Así de sencillo, perdona hijo, he perdido los nervios, ya sabes que no me gusta gritar .
Os recomendamos el libro «Aprender sin gritar», de Guillermos Ballenato, del que se amplia la información aquí.
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