La educación infantil es un periodo decisivo para la formación de la persona, ya que en esta etapa se asientan los fundamentos, no sólo para un sólido aprendizaje, sino para que también adquieran hábitos para el resto de su vida de convivencia ordenada y de respeto hacia los demás.
Junto a la formación y construcción de su propia identidad, ha de estimularse la adquisición de valores que se generan con otros niños, tales como respetar a los demás y sus trabajos, aceptar las normas, mostrar interés por convivir y colaborar con compañeros así como con el adulto, respetar el medio ambiente, autoregular la conducta en el juego y en la convivencia.
A través de la educación se ejercitan estos valores que hacen posible la vida en sociedad y se adquieren hábitos de convivencia democrática y de respeto; es decir, preparamos a los niños para la participación responsable en las distintas actividades e instancias sociales.
Fomentar el aprendizaje a lo largo de toda la vida implica, ante todo, una educación completa que abarque los conocimientos y las competencias básicas que resultan necesarias en la sociedad actual, que estimulen en ellos el deseo de seguir aprendiendo y la capacidad de aprender por sí mismos.
Uno de los objetivos en la educación infantil es formar personas que sean capaces de pensar por sí mismas, y esta tarea debe llevarse a cabo en edades muy tempranas, por eso optamos por una enseñanza activa donde los niños son protagonistas de su aprendizaje y los adultos seamos sus orientadores en esta tarea.
En estas edades comienzan a descubrir cómo funciona este mundo. La formación del niño va encaminada a potenciar valores democráticos como: la libertad, la tolerancia, la solidaridad y la igualdad.
De esta forma, la educación avanza en la lucha contra la desigualdad y la discriminación de raza, sexo o religión. Esta discriminación, ya sea de origen familiar o social, tanto se haya arrastrado tradicionalmente como haya aparecido recientemente como consecuencia de los cambios sociales, dificulta la convivencia pacífica en una sociedad cada vez más compleja.
El avance de los medios de comunicación ha contribuido a acercar las fronteras y debemos preparar a nuestros niños a potenciar la diversidad y la solidaridad. Se trata de aprender, a partir del conocimiento, de las características y costumbres de otros pueblos, que el respeto a la diferencia entre culturas no contribuye a hacer a unos ciudadanos mejor que otros, sino al enriquecimiento de todos. Para conseguirlo no debemos olvidar que los niños aprenden por imitación del comportamiento de los adultos, debiendo ser un buen espejo donde reflejarse. Nuestro papel como educadores es educar àra la convivencia, fomentando la solidaridad, la libertad, la responsabilidad, el respeto y el rechazo a todo tipo de discriminación o tolerancia.
Dentro del aula educamos y formamos estableciendo normas de convivencia, creamos un clima de confianza:
- Fomentando la tolerancia y el respeto a los demás.
- Resolviendo situaciones conflictivas a través del diálogo.
- Otorgando pequeñas responsabilidades a los niños.
- Rechazando los juegos o juguetes que inciten a la violencia.
- Promoviendo actividades en grupo en las que se coopere y se respete, porque al final… » TODOS SOMOS IGUALES »
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