Los adultos importantes para los niños y niñas influyen cualitativa y cuantitativamente en el desarrollo de sus habilidades y capacidades. Estos adultos, sirven de modelo en el que fijarse y al que imitar, es utilizado como apoyo, buscan su aprobación,… Pero, ¿Somos realmente conscientes de cómo nuestras expectativas acaban influyendo en las expectativas y comportamientos de nuestros peques?
Todo esto fue estudiado por Rosenthal y Jacobson, creando una teoría conocida como el Efecto Pigmalión. Esta teoría viene a explicar que las expectativas que tienen personas importantes acerca de nosotros nos influyen, sobre todo en el rendimiento, afectando de una manera inmensa en el resultado final, influyendo nuestro desarrollo y a nuestras conductas. Creer en algo puede hacer que ese algo termine ocurriendo.
Estas expectativas afectan a la autoestima en los más pequeños, sobre todo en el esfuerzo depositado hacia cualquier objetivo. Si crees que no puedo conseguirlo, ¿para qué voy a esforzarme?
Como tratamos a los niños y niñas, como les hablamos, como nos comportamos con ellos y ellas, producen unas expectativas que influyen en su personalidad y en su comportamiento. Se produce, además, una especie de profecía autocumplida, que es una expectativa que nos incita a actuar de una determinada manera que hace que dicha expectativa se cumpla.
No basta con decir que creemos en nuestros niños y niñas. Nuestra manera de tratarlos, de hablarles, el contacto visual, nuestro comportamiento inconsciente, puede transmitir unas expectativas diferentes. No sirve de nada que digas que es una artista dibujando, si cuando te enseña sus dibujos no les prestas atención. Que es el mejor músico si luego no lo acompañas a clases.
Para generar un efecto positivo hay varias cosas que podemos hacer. En primer lugar, conocer cómo son nuestros peques, aceptarlos tal y como son, conociendo así mismo sus habilidades, estimulándolos para desarrollar al máximo sus capacidades, guiándolos para que ellos mismos encuentren sus virtudes y talentos.
El reconocimiento del esfuerzo y las habilidades de nuestros niños y niñas, no solo de forma privada, si no también ante otras personas, hará que aumente su autoconfianza, su autoestima, y que todo esto afecte a su rendimiento y resultado. Asimismo, es importante valorar el esfuerzo y los pequeños logros de aquellas cosas que pueden resultarles más difíciles y ayudándoles a superar la frustración ante las dificultades, explicándoles que solo es cuestión de seguir intentándolo hasta lograrlo.
Es importante escuchar sus opiniones, aquellas cosas que ellos consideren importantes, estableciendo una base de diálogo, que crezca a la par que vuestros hijos e hijas. Hacerles sentirse atendidos, prestando atención y alejando distracciones. Por ejemplo, si queremos saber qué ha hecho en el cole, mientras nos lo explique es importante escucharle solo a él o ella, o estar pendiente del móvil, la televisión u otra distracción.
Para fomentar la autoestiman es imprescindible que tenga autoconfianza, y para ello, debe sentirse capaz y desarrollar su autonomía. A veces tendemos a sobreproteger a nuestros niños y niñas y nos les dejamos hacer, por miedo a que les ocurra algo, lo hagan mal, por falta de tiempo,… Es fundamental otorgarles responsabilidades adaptadas a su edad, y dejarles hacer por ellos mismos. Por ejemplo, a la edad de nuestros peques, ya son capaces de recoger su ropa después del baño y llevarla al cubo de la ropa sucia, recoger sus juguetes, ayudar a poner y quitar la mesa, tirar su pañal a la basura, lavarse las manos solitos, ponerse el abrigo y otras prendas de ropa,… Es importante adaptar estas responsabilidades a sus habilidades y que sean capaces de realizarlas para que sigan motivados a hacer más y fomentar su confianza. Dale también la posibilidad de tomar decisiones en un ámbito concreto, valorando su opinión. Por ejemplo, establecer juntos ciertas normas en casa, o decidir a qué parque ir hoy.
Es importante alentarles con refuerzo continuo, más al esfuerzo que al resultado y evitar comparaciones con otros niños y niñas, creando expectativas realistas y ajustadas a las características y edad de nuestro peque.
También es importante no generalizar ni estigmatizar un mal comportamiento con frases como “eres un niño malo” o “siempre la lías”. Tampoco elogiar ni premiar sin motivo real, porque sino cuando realmente hay un logro, queda sin validar. Cambiar frases negativas como “no sé” o “no puedo” , creyendo firmemente que sí sabe y sí puede, o animarles siempre a volver a intentarlo, convenciéndoles de que todo es ensayo y error, hasta lograrlo. Os ponemos un sencillo ejemplo de resumen en este enlace.
“Trata a un hombre tal como es, y seguirá siendo lo que es; trátalo como puede y debe ser, y se convertirá en lo que puede y debe ser” (Johann Wolfgang von Goethe).
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